Yo soy de Arauca y llegué aquí el 18 de enero. Fui de los primeros maestros que entramos a la isla, con una empresa que se llama Conyca Soluciones. Aquí no había nada en esos días, ni pasto. Las casas eran puro plástico. Yo empecé a trabajar en el sur, con siete compañeros. Me acuerdo de que en esos días era muy difícil conseguir material.
La primera casa que hicimos fue la de un pastor llamado Saúl, y teníamos que llevar los materiales al hombro porque era allá arriba en la loma y hasta allá no sube carro.
En esos primeros días la gente, tal vez por el huracán, no hablaba casi. Pero tengo que decir que desde que llegué a la zona, la gente ha sido muy cariñosa. Me han acogido como si fuera de aquí. Hoy tengo muchos amigos, y todos me distinguen porque soy una persona sencilla, que colabora cuando puede.
Hasta hoy llevo 17 casas construidas en la isla y puedo decir que la gente queda muy contenta, muy agradecida. Muchos de ellos me invitan a comer o me regalan pescado. Hay casas en las que no he trabajado, pero si me piden un favor, yo voy y se lo hago.
Nosotros trabajamos de lunes a sábado, pero los domingos nos reunimos en la parte de atrás de la casa, donde está mi carpa y las de mis compañeros, y hacemos marrano frito, pescado o nos vamos pa? la playa.
Cuando me vaya voy a extrañar esta isla. Me han cobijado como si fuera de aquí. A todos los he invitado a Arauca y quieren ir a conocer.
No todos duran tanto tiempo aquí como yo. Algunos se aburren y no duran ni tres meses. Cuando uno sale de la casa, uno sabe que no va a tener las mismas comodidades. Pero la vida se la da el soldado, como digo yo.
Cuando tengo un mal día, me llaman los de mi cuadrilla y somos como una familia. Una vez tuve un accidente y me llevaron al hospital, me pusieron torniquete. Tenemos que apoyarnos con los compañeros, pues son la familia que tenemos. Yo soy araucano ciento por ciento, y somos gente que le da la mano a la persona que los necesite.
Yo me quedo aquí hasta que se acabe el trabajo. Aquí pagan bien. En diciembre, en las Navidades, me quedo aquí trabajando por la reconstrucción. Hoy puedo decir que el cambio es del 70 por ciento. Mire, allá abajo había una yegua flaquita cuando yo llegué y ahora está gorda. Es lo mismo con la isla. Esto no tenía pasto, y ahorita todos los árboles están con hojas y se ven casas bonitas por todo lado.
Cuando me vaya voy a extrañar esta isla. Ya tengo familia, me han cobijado como si fuera de aquí. A todos los he invitado a Arauca, y quieren ir a conocer. Uno tiene que ser agradecido.